martes, 16 de diciembre de 2014

Psicoanálisis: El amor como significante y el amor como signo.Por Alejandro Ercoli



Introducción

La propuesta de este trabajo es ofertar una lectura sobre el amor, en tanto es un concepto clave en psicoanálisis.
Para ello consideraré  un corte en la obra de Lacan, en este caso tomando los seminarios La transferencia y Otra vez. Del primero de estos, la referencia será El Resorte del amor, y del seminario Otra vez, las primeras cinco clases. Ambos textos tomados de la versión crítica realizada por Rodriguez Ponte.
En las clases iniciales del seminario Otra vez, amor y goce aparecen disociados, si bien posteriormente vía la relación con el deseo quedarán articulados, no voy a tomar ese problema.
La clave de este recorrido parcial por estos seminarios, está en revisar la conceptualización del amor en tanto significante y en tanto signo. Para pensarla conviene considerar algunas cuestiones que hacen del lenguaje un uso particular en psicoanálisis y sus variaciones en su relación con  la lingüística. Si bien la metáfora del amor es cronológicamente anterior a la especificación desarrollada en el seminario Otra vez, me parece valido entrelazar los textos. La creación ex-nihilo, es un dato que se puede leer en ambos seminarios, como así también el amor sostenido por la realidad discursiva.
 Sugiero  suponer un movimiento moebiano entre el amor como significante y como signo, dadas las diferencias entre El resorte del amor, y  las cinco primeras clases del Seminario Otra vez.
De hecho también se podrían interpretar como dos versiones diferentes de conceptualizar el amor. Donde la última, es decir el amor como signo, dejara caer el amor como significante, por pertenecer a distintos tiempos de la enseñanza de Lacan.  Pero no voy a tomar a este corte en su obra  en términos evolutivos.
Se trata de un recorrido de la articulación entre signo, sujeto y significante, y no de versiones superadoras. Es claro que son dos momentos diferentes en su teorización, en los cuales jerarquiza distintas cualidades del significante. Previo al seminario Otra vez, un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante, y en los años setenta, el significante no tiene otra definición más que la de una diferencia con otro significante. Entonces, para dar cuenta del amor en psicoanálisis, es necesario no perder de vista que en la conceptualización del significante, la pura diferencia no se modifica.


Primera parte: Del amor en el mundo griego al significante

Plantear el amor como significante es un movimiento radical y novedoso, que realiza Lacan en la forma de abordarlo.
En occidente el texto referencial sobre el amor es El Banquete de Platón, en el que se plantea cual es su naturaleza. Los elogios del amor, señalan formas de relación, no entre los sexos sino entre personas. De hecho el amor en la doctrina platónica, nada tiene que ver con vincularlo con los dos sexos: erastés y erómenos (1) son neutros.
 A partir del nombrado texto de Platón, se desprende una modalidad particular para abordar a Eros. Como primera cuestión se lo distingue de la función  orgánica, esto es la sexualidad desplazada de los límites de la biología, de hecho la reproducción no es un tema en El Banquete. Eros articula, ciencia, saber y subjetividad. No sólo el psicoanálisis toma esta vía, Michel Foucault indica que en Occidente se ha generado una scientia sexuallis (2). De hecho este autor de una de las interpretaciones de El Banquete de Platón, señala la sustitución del impulso físico por el impulso de saber en nuestra cultura. Inclusive como un saber silenciado.
La piedra de toque en El Banquete, es el amor como un modo de valorar algo. Las dos formas de esta valoración se dan a través  del amor como búsqueda, y del amor como creación de valor. Está en juego el poder creacionista del lenguaje. Si seguimos la idea de creación de valor, como un plus, rápidamente podemos asociar con la metáfora.
Es notable que buscando comprender la naturaleza del amor, se llega a formas de relación entre personas por el valor que representan. Tomando unas palabras de Enrique Marí: “Se pasa de los discursos centrados en lo perceptivo y la pasión, a una tensión racional del amor” (3). En El Banquete, se trata de las historias del amor  representadas por los discursos de Fedro, Pausanias, Eriximíaco, Aristófanes y Agatón. Lo novedoso viene con Sócrates que presta cuerpo a Diótima. Surge la diferencia entre los “discursos del amor” y “los discursos sobre el amor” (4). Los primeros tienen como referencia el mundo de los fenómenos, en tanto que el segundo caso se trata de Eros enlazado a la verdad. En esta dirección es necesaria la figura de Sócrates, cuya su maniobra le da al amor una posición pensada, al disipar los sentidos. El amor en El Banquete está sostenido por la realidad discursiva y no por los personajes, incluso pese a  las reglas que propone Alcibíades de elogiar al que está al lado. De hecho en El Banquete se reúnen a hablar del amor, a pronunciar discursos y teorías de cómo reconocerlo, con la particularidad que le dan un estatus ontológico. En cada elogio el amor queda sustantivado; en cambio la maniobra de Sócrates va en el otro sentido. Lo reconoce solamente cuando se produce. No da un discurso sobre cual es su naturaleza.
Para concluir esta primera parte, podemos señalar como esencial el pasaje del mundo perceptivo a una verdad en el amor, a la necesidad de una legalidad, para considerar la propuesta de Lacan, al indicar que va a tomar al Banquete como actas de sesiones analíticas.
En el Seminario La Transferencia, Lacan va dando pistas para saber reconocer al amor. También sitúa su propia clave, que es poner en juego todo el peso de lo inconciente. Propone al amor en el campo del significante, en la dimensión discursiva determinada por el lenguaje, y desarrolla la metáfora del amor. Establece como central la relación amante y amado, en los términos neutros del griego erastés y erómenos. Surgirá el amor en el encuentro del deseo con lo inadecuado de su objeto. En términos de la lectura de Lacan debe crearse la significación del amor como efecto de la metáfora.  Decíamos que está en juego toda la implicación de lo inconciente, en la relación del deseo y el objeto, dado que hay un no saber en juego: no coincide lo que uno tiene con lo que al otro le falta.
Para esta elaboración del amor como metáfora, como creación de valor, de sentido, Lacan señala como núcleo al lenguaje, a la creación ex -nihilo. La teoría del lenguaje en psicoanálisis, a través de plantear una temporalidad distinta deja a la luz el poder creacionista del lenguaje.
Poner al amor en el campo de significante dará lugar a la conceptualización del amor como signo.

Entonces tenemos que el amor a partir de la teoría de Lacan, es indisociable del lenguaje. Como quedó señalado antes, con la interpretación lacaniana del Banquete, el amor sale de cualquier referencia biológica, o de relación entre los sexos, ya desde los griegos se trata de discursos y el problema de saber reconocer al amor.
En pocas palabras se trata hasta acá del pasaje del amor tomado en un sentido naturalista y ontológico, al  amor ligado a la realidad discursiva, cuya máxima expresión es la metáfora del amor. A diferencia de la idea de Bien del mundo Aristotélico, la particularidad del discurso analítico, es que no hay ninguna existencia  prediscursiva.


Segunda parte: Del amor como significante al amor como signo

En el Seminario La transferencia, el amor es una significación que se da por efecto de la metáfora del amor, sostiene la relación entre dos con todo el peso de lo inconciente, uno no sabe lo que busca y el otro no sabe lo que tiene. La metáfora se produce por sustitución entre significantes.
El soporte de esta teorización es el lenguaje. Entonces el lenguaje es considerando - más allá de las referencias-, en su poder de creación. Tomemos una cita del Seminario La Transferencia, donde Lacan al preguntarse a cerca del modo de tratar al deseo, traza un recorrido que supone deshacerse del sentido, en términos del Bien común: “Digamos crudamente lo que quiere decir salubre en el sentido de la experiencia freudiana. Quiere decir desembarazado,  lo más desembarazado posible, de la infección que es a nuestros ojos -peor no solo a nuestros ojos, los ojos, desde siempre , que desde que se abren a la reflexión ética- el fondo pululante de todo establecimiento social en cuanto tal”(5).
Aquí podemos poner el acento en la idea de salubre como desembarazado de la infección de todo establecimiento social, en tanto  dicho establecimiento social está comandado por algún sentido o idea del bien. Es decir que, para la experiencia freudiana es necesario situar al deseo libre de la infección del bien común. Lacan destaca, que es en el camino de seguir a Sade donde se encuentra la llave maestra de la investigación de Freud. Entender al deseo implica deshacerse de toda referencia del sentido común, haciendo de ese vaciamiento un operador clave. Se trata de no comprender, de dejar de lado cualquier idea de bien, para dar lugar a la articulación entre significantes.
El amor es considerado por Lacan en los años 60 como significante. Posteriormente en el Seminario Otra vez como signo. Conviene destacar que hay un deslizamiento en la teoría del significante que modifica la forma de pensar al amor. En tanto el significante representa a un sujeto para otro significante, el amor es un significante y Lacan desarrolla la metáfora del amor. Luego acentuará en la  teoría del significante, que un significante se define solo en relación a otro significante, ubicando al amor como un signo, y deja el significante para referirse al goce. En el principio del seminario amor y goce quedan desconectados.
En el Seminario Otra vez, es retomada la teoría de Jakobson. Hay una especificación del uso del lenguaje en el psicoanálisis, que se distingue de la lingüística: “Lingüistería” es un neologismo producto de la objeción de Lacan a Jakobson: “todo lo que es del lenguaje sería del dominio de la lingüística”(6), para indicar aquello que, del lenguaje, es dominio reservado del psicoanálisis. Pero se trata de una objeción situada en la interterritorialidad del psicoanálisis con la lingüística, y es allí donde se establece la definición de inconsciente en la enseñanza de Lacan: “El inconsciente está estructurado como un lenguaje”(7).
Como consecuencias encontramos que plantea en campos diferentes la poesía y el psicoanálisis, en oposición a la tendencia de cierta corriente del lacanismo.  La teoría del amor de Lacan confirma la disyunción del psicoanálisis con la vertiente poética de la lingüística planteada por Jakobson.
¿Dónde se produce el impacto de esta particularización de los dominios?
En el decir y no en los dichos. Lacan cita su frase de L’etourdit, “que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha”.
De hecho en el Resorte del Amor cuando queda planteada la metáfora del amor se trata de un cambio en la posición enunciativa, el pasaje de amado a amante, como condición para que advenga un psicoanálisis.
El  espacio clínico es discursivo, es el decir el que da lugar a nueva temporalidad, futuro anterior, que como señalamos antes destaca el aspecto creacionista del lenguaje. En tanto no hay realidad prediscursiva, cae la búsqueda de una verdad en términos de hechos inefables, o de una ontologización del ser. El campo de lo posible y de lo imposible se desprenden de una lógica matemática y no de los hechos como pre existentes.
En otras palabras el amor está sujeto a esta condición discursiva, tanto sea considerado como significante o como signo. En lo específico de la lingüistería, el amor es un signo. Un signo de que se cambia de discurso.
Al final de la clase del 16 de enero de1973, Lacan retoma que el significante representa a un sujeto para otro significante y plantea la pregunta “¿De que se trata en el signo?”. La particularidad es que el signo, es signo de un efecto. Para lo cual requiere del funcionamiento del significante, propio del discurso analítico, por lo tanto separado de sus efectos de significado, en lo leído e interpretado.
Los últimos párrafos de la nombrada clase, dice:

“Lo que por lo tanto en el amor es apuntado, es el sujeto, el suje­to co­mo tal, en tanto que es supuesto a una frase articu­lada, a algo que se ordena, pue­de ordenarse de una vida entera. Pero lo que nosotros apuntamos en el amor, es a un sujeto, y no es nada más.(8)


Otra cita:
       
          Un sujeto, como tal, no tiene gran cosa que hacer con el goce, pero por el con­trario, en la medida en que su signo es algo que es susceptible de pro­vo­­car el deseo, ahí está el resorte del amor. Y por ahí, el camino que trataremos de con­­tinuar en las próximas ocasiones para mostrarles dónde se juntan el amor y el goce se­xual.”(9)

Para finalizar, habíamos propuesto un movimiento propio del recorrido de la banda de Möebius como recurso en la articulación del amor como significante y el amor como signo. Esto, decíamos es por efecto de la permanencia de la teoría del significante. En tanto no hay realidad prediscursiva, la conceptualización del amor en psicoanálisis queda ligada al dominio del significante. En el Resorte del Amor, el amor es un significante, y para que se produzca la metáfora se necesita de un cambio en la posición enunciativa, pasar de erómenos a erastés. Lacan aún no introduce el concepto de signo, para referirse al sujeto pero queda preparado el campo. En el seminario Otra vez, cuando habla del amor en tanto signo para indicar al sujeto y el deseo, establece que solo se dará en el dominio de la teoría del significante, particularizada como lingüistería psicoanalítica.    


Referencias:

(1)   Jaques Lacan, Seminario 8, La Transferencia. La Transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación. Establecimiento del texto, Traducción y notas Ricardo. E. Rodriguez Ponte.

(2)    Enrique Marí. El Banquete de Platón. El eros, el vino, los discursos. (Biblos, Buenos Aires, 2001).

(3)    Enrique Marí. El Banquete de Platón. El eros, el vino, los discursos. (Biblos, Buenos Aires, 2001).

(4)    Enrique Marí. El Banquete de Platón. El eros, el vino, los discursos. (Biblos, Buenos Aires, 2001).

(5)   Jaques Lacan, Seminario 8, La Transferencia. La Transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación. Establecimiento del texto, Traducción y notas Ricardo. E. Rodriguez Ponte. Sesión del 16 de Noviembre de 1960.

(6)   Jacques Lacan, Seminario 20, 1972-1973, Otra vez. Versión Crítica.  Establecimiento del texto, Traducción y notas Ricardo. E. Rodriguez Ponte. Sesión del 19 de Noviembre de 1972.

(7)   Jacques Lacan, Seminario 20, 1972-1973, Otra vez. Versión Crítica.  Establecimiento del texto, Traducción y notas Ricardo. E. Rodriguez Ponte. Sesión del 19 de Noviembre de 1972.

(8)   Jacques Lacan, Seminario 20, 1972-1973, Otra vez. Versión Crítica.  Establecimiento del texto, Traducción y notas Ricardo. E. Rodriguez Ponte. Sesión del 16 de Enero de 1973.

(9)   Jacques Lacan, Seminario 20, 1972-1973, Otra vez. Versión Crítica.  Establecimiento del texto, Traducción y notas Ricardo. E. Rodriguez Ponte. Sesión del 16 de Enero de 1973.