Aterido el frío de su voz
encontró un hombro para llorar,
no contaba con el abrazo pleno
y cedió, dócil la armadura.
El desgarro, llevó a la risa,
envuelto su orgullo en la campera
se improvisó una unión
en el intento, duradera,
no importa con qué lazo, con qué vuelo...
ya vendría solo el sentirse.
Obediente, amilbarada, tan pequeño su ser.
Seducido, caballero, tan confuso al tocarse.
Callaron argumentos vanos,
y las venas, la sinrazón y el beso hablaron.
L´Orange