lunes, 6 de julio de 2009

Cultura: Michel Foucault, consideraciones bio- bibliográficas

1926 Nace en Poitiers. Tanto por línea paterna como materna su familia se encontraba sumergida en el ambiente médico. El padre de Foucault era anatomista, su abuelo era médico y también su bisabuelo. La madre de Foucault era también hija de un médico.

1945 Inmediatamente después de la guerra y luego de haber fracasado en el examen de ingreso a la Escuela normal, entra en la clase de Khâgnes del Liceo Henri-IV de París. Aquí frecuenta los cursos de Jean Hyppolite, traductor de Hegel.
Posteriormente, a partir de 1970, Foucault sucederá a Jean Hyppolite en la cátedra del Collège de France dedicada a la historia de los sistemas de pensamiento. En la lección inaugural, Foucault expresa en estos términos su deuda intelectual con Hyppolite: “Ahora bien, si somos más de uno los que estamos en deuda con J. Hyppolite, es porque infatigablemente él ha recorrido para nosotros y antes que nosotros este camino por el cual uno se aleja de Hegel, toma distancia, y por el cual uno es conducido hacia él de otra manera y luego es obligado a abandonarlo de nuevo.”

1946 Ingresa a la Escuela normal superior, de la rue d’Ulm; donde, a partir de 1947, M. Merleau-Ponty enseña psicología. Foucault se interesa especialmente por su curso acerca de la unión entre el alma y el cuerpo. Otro importante filósofo que se desempeña por estos años en la Escuela normal es L. Althusser.
“Quien contaba para nosotros cuando éramos jóvenes no era Sartre, sino Merleau-Ponty. Ejercía sobre nosotros una verdadera fascinación.”

1948 Aprueba su licencia en filosofía en la Sorbonne y, al año siguiente, la licencia en psicología.

1950 Adhiere al partido comunista, pero en agosto de 1951 confiesa de no sentirse más comunista desde hace tres meses. Abandonará formalmente el partido en octubre de 1952.
“Hay una etiqueta política sobre la que todo el mundo está de acuerdo: Foucault era violentamente anticomunista. Desde que abandonó el partido y sobre todo después de lo que vivió en Polonia, Foucault desarrolló un odio feroz hacia todo lo que podía evocar el comunismo, de cerca o de lejos.”

1951 Comienza a enseñar la psicología en la Escuela normal y, también, a estudiar minuciosamente Husserl y Heidegger.

1952 Obtiene un diploma de psicopatología en el Instituto de psicología de París.

1954 Aparecen Enfermedad mental y personalidad y la larga introducción a la traducción francesa de la obra de L. Binswanger, El sueño y la existencia.
Durante los años en la Escuela normal, Foucault se interioriza con las dos grandes corrientes de pensamiento que dominan el panorama intelectual de la post-guerra: la fenomenología y el marxismo. Son las tradiciones de pensamientos que se reflejan en estas dos publicaciones de Foucault.
En Enfermedad mental y personalidad, habiendo puesto de relieve los obstáculos con que se encuentra tanto la psiquiatría positiva como la existencial cuando se trata de explicar, no simplemente de describir, las enfermedades mentales; Foucault encuentra en las historia las condiciones de posibilidad de las estructuras psicológicas. Las condiciones históricas concebidas en términos marxistas y la teoría de los reflejos de Pavlov son los referentes teóricos de Foucault para explicar la constitución de las enfermedades mentales.
Si Enfermedad mental y personalidad está más cerca del marxismo que de la fenomenología, en la introducción a Binswanger nos encontramos con la situación inversa. Aquí se trata sobre todo del modo en que una antropología contemporánea puede surgir a partir de la conjunción del análisis existencial (Heidegger) y el psicoanálisis de Freud. El punto II de la introducción concede un amplio espacio a la distinción husserliana entre índice y significación (de las Investigaciones lógicas) en relación con la noción psicoanalítica de síntoma.
“En la antropología contemporánea, nos parece que el recorrido de Binswanger sigue el mejor camino. Toma de rodeo el problema de la ontología y de la antropología yendo directamente a la existencia concreta, a su desarrollo y a sus contenidos históricos. Desde aquí, y por un análisis de las estructuras de la existencia –de esta existencia que toma un nombre determinado y atraviesa una historia determinada– recorre un camino que va y viene de las formas antropológicas a las condiciones ontológicas de la existencia.”


1955 Se traslada a Uppsala, Suecia, como “lector de francés”. Aquí dará varios cursos sobre la literatura francesa y recibirá a Hyppolite y Camus.

1958 Abandona Suecia y se traslada a Varsovia para ocuparse en la universidad de esta ciudad del Centro de civilización francesa.
Consigna el manuscrito de su tesis de doctorado a G. Canguilhem, Folie et déraison, que se convertirá posteriormente en la Historia de la locura en la época clásica.

1959 Nuevo traslado, esta vez a Alemania, para dirigir el Instituto francés de Hamburgo.
Comienza a redactar su tesis secundaria para el doctorado, Génesis y estructura de la Antropología de Kant y traduce la Antropología desde el punto de vista pragmático.

1960 Es elegido profesor en la universidad de Clermont-Ferrand. Se traslada a París. En Clermont-Ferrand conoce a Jules Vuillemin y Michel Serres.

1961 Aparece la Historia de la locura, editada por Plon. Obtiene su doctorado en la Sorbonne. Hacia fines de este año termina la redacción de El nacimiento de la clínica.
La Historia de la locura es el primer gran libro de Foucault. La historia comienza a finales de la Edad Media, cuando desaparece la lepra, pasa luego al Renacimiento, época de su libre circulación, de la que la Nave de los locos, tema literario y pictórico, será el emblema. Con la Época Clásica, con el advenimiento del racionalismo comienza, en cambio, su encierro. Dos hechos casi contemporáneos marcan esta ruptura, las Meditaciones de Descartes y la creación del Hospital General (1656). La tercera parte de la obra, narra las situación de la locura en el siglo XVIII y los primeros años del siglo XIX; pasaje de la experiencia clásica de la locura como déraison y no-ser, una experiencia ontológica, a una experiencia antropológica de la locura, como alineación de una verdad humana. Comienza la época de la medicalización.
“El estudio que se va a leer no es sino la primera, y la más fácil sin duda, de una larga investigación que, bajo el sol de la gran búsqueda nietzscheana, quisiera confrontar las dialécticas de la historia con las estructuras inmóviles de lo trágico.”
“En la reconstrucción de esta experiencia de la locura, una historia de las condiciones de posibilidad de la psicología se ha impuesto por sí misma.”

1962 Reelabora el texto de Enfermedad mental y personalidad que aparecerá, ahora, como Enfermedad mental y psicología.
“En la reedición de esta obra, el capítulo consagrado a Pavlov desaparecerá y, a la luz de los resultados de Histoire de la folie à l’âge classique, el carácter histórico de la patología mental adquirirá otro sentido. En efecto, ya no se tratará de explicar cómo se originan las enfermedades mentales a partir de las condiciones históricas y materiales de la existencia, sino de definir las relaciones históricas entre el discurso de la sicopatología y las prácticas sociales. La cuestión planteada se desplaza de la objetividad a la objetivación, de la realidad patológica a la patología, de la historicidad de la enfermedad a la historicidad de la ciencia. Y, paralelamente a esta desesencialización de la enfermedad mental, puesto que ésta es primariamente un producto de la objetivación y no una realidad objetiva, Marx y la psicología marxista ceden el lugar a Nietzsche y a Heidegger.”

1963 Aparecen El nacimiento de la clínica y su Raymond Roussel.
El nacimiento de la clínica es una arqueología de la mirada médica, ¿cómo comprender la emergencia de la clínica?:
“La investigación aquí emprendida implica pues el proyecto deliberado de ser a la vez histórica y crítica, en la medida en que se trata, más allá de toda intención prescriptiva, de determinar las condiciones de posibilidad de la experiencia médica como la conoció la época moderna.
De una vez por todas, este libro no ha sido escrito por una medicina en contra otra o contra la medicina por la ausencia de medicina. Aquí, como en otros lados, se trata de un estudio que quiere despejar en el espesor del discurso las condiciones de su historia.
Lo que cuenta en las cosas dichas por los hombres no es tanto lo que habrían pensado más acá o más allá de ellas, sino lo que desde un primer momento las sistematiza, las vuelve indefinidamente accesibles, por el resto del tiempo, a los nuevos discursos y abiertas a la tarea de transformarlas.”

1966 Gallimard publica Las palabras y las cosas. El libro que pondrá a Foucault en el centro del debate intelectual. Foucault se instala en Tunes.

“En todo caso, una cosa es cierta: el hombre no es el problema más viejo ni el más constante que se haya planteado al pensamiento humano. Tomando una cronología relativamente corta y un corte geográfico restringido –la cultura europea después del siglo XVI– podemos estar seguros de que el hombre es una invención reciente. No es en torno a él y sus secretos que, durante mucho tiempo y oscuramente, ha merodeado el saber. De hecho, entre todas las mutaciones que han afectado el saber de las cosas y su orden, el saber de las identidades, de las diferencias, de los caracteres, de las equivalencias, de las palabras –brevemente, en medio de todos los episodios de esta profunda historia de lo Mismo– uno sólo, el que comenzó hace un siglo y medio y que quizás está por cerrarse, ha dejado aparecer la figura del hombre. Y no es para nada la liberación de una preocupación milenaria, acceso a la objetividad de lo que durante mucho tiempo había permanecido atrapado por las creencias o las filosofías; es el efecto de un cambio en las disposiciones fundamentales del saber. El hombre es una invención reciente, de ella la arqueología de nuestro pensamiento muestra fácilmente la fecha reciente. Y, quizás, el fin próximo.”
A partir de la publicación de Las palabras y las cosas se ha identificado el pensamiento de Foucault con dos conceptos: la muerte del hombre y la episteme; ambos estrechamente solidarios. El subtítulo de la obra es Una arqueología de las ciencias humanas. El tema de la muerte del hombre del hombre tiene que ver precisamente con la disolución de las condiciones histórica de posibilidad de las ciencias humanas (la psicología, la sociología, las teorías de los mitos y de la literatura), con la aparición de las contra-ciencias humanas (el psicoanálisis, la etnología, el estructuralismo). El término episteme hace referencia a las condiciones de posibilidad históricas de los saberes, a una región intermedia entre los códigos fundamentales de una cultura que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus valores, y las teorías filosóficas o científicas que dan cuenta de ellos; una región intermedia que instaura el orden de las cosas.
La arqueología muestra cómo desde el siglo XVI los saberes han respondido a tres epistemes, en una sucesión discontinua, la renacentista, la clásica y la moderna. En el contexto de Las palabras y las cosas, la modernidad equivale a la edad del hombre, a la episteme que domina nuestro pensamiento a partir de fines del siglo XVIII.
A pesar de las observaciones en retrospectiva del propio Foucault, por el contexto intelectual, por los conceptos (especialmente el de episteme) y por el vocabulario, esta obra marca el momento de contacto más estrecho entre Foucault y el estructuralismo, y, al mismo tiempo, su distanciamiento de la fenomenología.

1967 Termina la redacción de La arqueología del saber.

1968 Es nombrado profesor de filosofía en el Centro universitario experimental de Vincennes, cerca de París.

1969 Aparece La arqueología del saber.

“Esté trabajo no es la repetición y la descripción exacta de lo que se puede leer en la Historia de la locura, El nacimiento de la clínica, o Las palabras y las cosas. En un buen número de puntos es diferente. Comporta también no pocas correcciones y críticas internas. De una manera general, la Historia de la locura concedía una parte bastante considerable, y por lo demás bastante enigmática, a lo que en ella se designaba como una "experiencia", mostrando con eso hasta qué punto se estaba cerca de admitir un tema anónimo y general de la historia; en El nacimiento de la clínica, el recurso, intentado varias veces, al análisis estructural amenazaba esquivar lo específico del problema planteado y el nivel propio de la arqueología; finalmente, en Las palabras y las cosas, la ausencia de abalizamiento metodológico pudo hacer pensar en análisis en términos de totalidad cultural. No haber sido capaz de evitar esos peligros, me apesadumbra; me consuelo diciéndome que estaban inscritos en la empresa misma, ya que, para tomar sus medidas propias, tenía que desprenderse ella misma de esos métodos diversos y de esas diversas formas de historia [...].”
Un texto, en definitiva, que trata dar cuenta de la metodología utilizada en las obras precedentes, pero que, al mismo tiempo, marca ciertas distancias, que se harán cada vez más claras en las obras posteriores. Esta observación vale particularmente en lo que respecta a la relación de Foucault con el vocabulario y los conceptos estructuralistas.

1970 Lección inaugural en el Colegio de Francia: El orden del discurso.
En cierto sentido, un texto de transición. La problemática del discurso ocupa todavía una posición central entre los intereses de Foucault, pero la idea de un análisis discursivo más o menos sistemático que haga referencia a ese orden anónimo que era la episteme es desplazada por la problemática de las prácticas sociales, de las instancias de poder, en las que se inscribe lo discursivo.
“[...] pienso que, en toda sociedad, la producción del discurso es a la vez controlada, seleccionada, organizada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen como función conjurar los poderes y los peligros del discurso, de dominar el hecho aleatorio, de esquivar la pesada y temible materialidad.”
La influencia de Nietzsche sin duda –aunque no sólo– lo llevan a alejarse de esa visión autónoma del saber que había sido la causa de las dificultades teóricas de la noción de episteme. Refiriéndose a La gaya ciencia, Foucault comenta: “el conocimiento es una «invención» detrás de él hay otra cosa que conocimiento: un juego de instintos, de impulsos, de deseos, de miedos, de voluntad de apropiación. Es sobre la escena donde ellos luchan que se produce el conocimiento.”
A partir de este año y si exceptuamos sus viajes al extranjero –especialmente a la Universidad de Berkeley, en California–, Foucault concentrará su tarea docente en las obligaciones del Collège de France, el seminario de los lunes y las trece sesiones anuales –de diciembre a marzo– en que expondrá ante un público heterogéneo los resultados de sus investigaciones y el material de sus obras futuras. La problemática que desarrollará Foucault en estos cursos pasa por la voluntad de saber –tema del primer volumen de la Historia de la sexualidad–, la sociedad punitiva –tema de Vigilar y castigar–, los anormales, el nacimiento de la biopolítica –material utilizado también en el primer volumen de la Historia de la sexualidad–, subjetividad y verdad, gobierno de sí y de los otros –temas de los dos últimos tomos publicados de la Historia de la sexualidad.
De estos cursos han sido publicados, además de los resúmenes del anuario del Collège de France: el de los años 1975-1976, Es necesario defender la sociedad (Gallimard-Seuil, Paris, 1997) y el de los años 1974-1975, Los anormales (Gallimard-Seuil, Paris, 1999).


1971 Creación del G.I.P. (Grupo de información sobre las prisiones).

1972 Reedición de El nacimiento de la clínica. En que se modifica el vocabulario estructuralista de la primer edición.

1975 Se publica Vigilar y castigar.
Vigilar y castigar se puede definir, en términos generales como una genealogía de la razón punitiva. Foucault distingue tres configuraciones históricas: la del poder real (el castigo como tortura corporal), la reforma humanista de la Época Clásica (penas moderadas y proporcionales, abolición del espectáculo, trabajos públicos, individualización del criminal, corrección del alma del delincuente) y la época de la tecnología disciplinaria y de la prisión (una ortopedia correctiva que mediante técnicas precisas –de individualización de las partes del cuerpo y tabicación del espacio– tiende a modificar los comportamientos, a volverlos dóciles).


1976 Aparece La voluntad de saber, primer tomo de la Historia de la sexualidad.
La idea de sexualidad, también una invención moderna, constituye el tema de esta obra. Se trata, como en Vigilar y castigar, de llevar a cabo una genealogía; su espacio de trabajo será la crítica de la hipótesis represiva. El saber no es lo que se opone al poder, entendido como una realidad substancial y negativa, para liberarnos de él. El poder es una realidad reticular que produce el saber como una de sus formas de ejercicio –aún la propia hipótesis represiva forma parte de esta estrategia–. La sexualidad, por su parte, tampoco es una substancia o una fuerza contenida y negada por las estructuras dominantes de la sociedad burguesa. Ella ha surgido, más bien, como una consecuencia del poder normalizador. Foucault individualiza dos formas fundamentales: la disciplina y el examen. El análisis del desarrollo de las formas de la disciplina lo lleva a identificar lo que denominará bio-política, una normalización política de los cuerpos, de conductas reproductivas y de su salud. El análisis del desarrollo de las prácticas del examen va a situar el psicoanálisis en la línea de las prácticas que se originan en las pastoral cristiana de la confesión a partir de la Reforma y de la Contrarreforma.
“Hubo, es cierto, toda una economía restrictiva. Ella se integra en esta política de la lengua y de la palabra –por un lado, espontánea, por otro, concertada– que ha acompañado las redistribuciones sociales en la época clásica [...]
Pero lo esencial, es la multiplicación de los discursos sobre el sexo, en el campo de ejercicio del mismo poder: incitación institucional a hablar de él, y a hablar cada vez más [...].”

1984 Aparecen el segundo y el tercer volumen de la Historia de la sexualidad, El uso de los placeres y El cuidado de sí mismo.
Por muchas razones, estas dos obras marcan un cambio en el pensamiento de Foucault: por la modificación del plan original de la Historia de la sexualidad, por el período estudiado (no ya la época clásica –según la historiografía francesa la época clásica de su literatura– ni el siglo XIX, sino los griegos –la época clásica de occidente–), y, particularmente, por el lugar que ocupa la noción de sujeto (no ya un pliegue surgido de la reestructuración epistémica con que comienza la modernidad, sino el producto de las técnicas de existencia, de vida).
Una interrogación, surgida de las investigaciones contenidas en La voluntad de saber, condujo Foucault hacia los griegos: ¿cómo la sexualidad llegó a convertirse en un tema de preocupación ética?, ¿cómo se constituyó el hombre de deseo?
“Era un ejercicio filosófico [los estudios de estos dos tomos de la Historia de la sexualidad]. Su apuesta era la de saber en qué medida el trabajo de pensar su propia historia puede liberar el pensamiento de lo que piensa silenciosamente y le permite pensar de otra manera.”

Muere en París el 25 de junio.


Frecuentemente, con la finalidad de periodizar la obra de Foucault, se habla de un período arqueológico y otro genealógico. El primero dominado por Las palabras y las cosas y La arqueología del saber. Nos encontramos con un Foucault, a pesar de sus observaciones, cercano primero al estructuralismo y luego tomando distancia de él. El segundo marcado por Vigilar y castigar y por la presencia de Nietzsche.
Otra periodización, que en parte se superpone con ésta pero que ofrece un mejor panorama de su desarrollo intelectual, consiste en tomar como referencia las pausas –más o menos largas– en la publicación de sus libros. Desde este punto de vista, podemos distinguir cuatro fases:
1) Un Foucault que se mueve en el contexto de su formación fenómenológico-existencialista y marxista (Enfermedad mental y personalidad, la introducción a Binswanger).
2) Un Foucault influenciado por el estructuralismo (El nacimiento de la clínica, Las palabras y las cosas). Crítico de la fenomenología y de la antropología; crítico de la subjetividad.
3) Un Foucault crítico de sí mismo, de las ambigüedades de algunas nociones claves de la arqueología –episteme, por ejemplo–, y atento al entrelazamiento entre saber y poder. Cercano de Nietzsche.
4) Un Foucault que movido a pensar de otra manera redescubre el sujeto a partir de la problemática ética.

“En cuanto a aquellos para quienes el esfuerzo, comenzar y recomenzar, ensayar, equivocarse, retomar todo desde el principio, y encontrar todavía el modo de dudar paso a paso; en cuanto a aquellos para quienes, en suma, trabajar manteniéndose en reserva y en la inquietud es lo mismo que renunciar, y bien, claramente, no somos del mismo planeta.”

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