sábado, 25 de septiembre de 2010

Cultura:Erótica y retórica. Foucault y la lucha por el reconocimiento. Introducción de la autoraAutor(es): Fimiani, Mariapaola

Fimiani, Mariapaola. Mariapaola Fimiani enseña Filosofía moral en la Universidad de Salerno (Italia). Entre sus obras: Futuro logico e tempo storico (Nápoles, 1974); George Berkeley. Il nome e l’immagine (Lerici, 1979); Marcel Mauss e il pensiero dell’origine (Nápoles, 1984); Paradossi dell’indifferenza (Milán, 1994); Foucault et Kant. Critique Clinique Éthique (París, 1999); Lévy-Bruhl. La différence et l’archäique (París, 2000); L’arcaico e l’attuale. Lévy-Bruhl, Mauss, Foucault (Turín, 2000); Antropologia filosofica (Roma, 2005). Entre sus ensayos más recientes se señalan: L’Anerkennung. Dal sapere amoroso al linguaggio dell’adulazione (Milán, 2007), Das Zeitalter des Kronos (Berlín 2008), y La vie en sommeil (París, 2008). Publicaciones en español: Foucault y Kant: Crítica-Clínica-Ética, Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2005; obra reimpresa para la colección Milenio Libre, en Venezuela, por Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2006; Erótica y Retórica: Focault y la lucha por el reconocimiento, Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2009. Por último, “Ética y política del reconocimiento” (ponencia presentada en las Séptimas Jornadas Nacionales de Filosofía y Ciencia política de la Universidad de Mar del Plata), en Pablo Slavin (comp.), Mar del Plata, Ediciones Suárez, 2007.


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Erótica y retórica. El uso de Hegel

Uno de los indicios teóricos de la modernidad que ayudan a releer la genealogía del sujeto de Foucault, en el tiempo de la crisis del nihilismo consumado, es la hegeliana Fenomenología del espíritu, por la incisión del devenir de la autoconciencia y de la lucha por el reconocimiento, pero no sólo eso.
La erótica y la retórica son dos vastas figuras de síntesis adaptadas para describir el esfuerzo de construcción de los nuevos instrumentos de análisis de los procesos en curso, cuando el triunfalismo, que hoy acompaña la multiplicación y la dispersión pura, muestra a la crítica atenta todos sus aspectos ridículos y engañosos, en presencia de la aceleración evidente de un conflicto global y desterritorializado.
La erótica y la retórica acercan a Foucault a la herencia hegeliana, y describen etapas conceptuales y momentos teóricos sobre los cuales es, tal vez, todavía oportuno reflexionar: la originalidad del conflicto y la fuerza de la confrontación, el entrelazamiento de vitalidad y eticidad, las condiciones de la reproducción de la abstracción del sí, el autorreferenciamiento de la existencia singular y el lenguaje de la adulación, la reproducción de un mundo en cuanto “cosa” inasimilable a una autoconciencia independiente.
En particular, la erótica revela el movimiento de duplicación de la existencia viviente, la necesidad de la experiencia de la inversión y el antagonismo del encuentro. La retórica, en cuanto teoría de la enunciación y uso del decir, es técnica persuasiva e instrumento de adulación si es disociada del amor y de la política, pero es también lugar del dire vrai que profundiza la portada y el peso prepolítico de una especial ética del acto.
Con la “Erótica filosófica” –conclusión del Usage des plaisirs– la lucha por el reconocimiento se hace práctica cotidiana de un conflicto que produce formas no inclusivas de convivencia, estilos de existencia y tipos de relación, donde se instalan, entre las redes del saber y del poder, el sentido individual, personal e intransferible de la “subjetivación” y el sentido público de un obrar en-común.
El esfuerzo del “cuidado de sí”, que es “sometimiento” de la fuerza y que la gobierna, no persigue el éxito de la existencia bella, la ironía heroica del individuo, el testimonio exhibido de un anarquismo estetizante, sino que es un tema que abre interrogantes inquietantes sobre cómo repensar un sustento ético a la convivencia.
La reglamentación jurídico-estadual y la recomposición normativa de una cultura, de una religión, de una etnia, no son adecuadas para el reconocimiento del conflicto y para la práctica de resoluciones momentáneas. El pacto y la fusión –o la polaridad disociada y radical, hoy, del liberismo y del comunitarismo– resultan los dos fuertes indicadores del fracaso de un pensamiento de la comunidad que no quiere nutrirse del sacrificio del diferente. Hasta dónde los resultados de la diferenciación consumada y del pensamiento múltiple sean expuestos a la paradoja de la indiferencia –a la inversión de lo diverso en lo indistinto y en el equivalente–, y hasta dónde esto ayude a reforzar la violencia de lo idéntico, es un hecho probado por la tendencia a restituir la convivencia posible de la comunidad jurídica o de la comunidad basada en los valores, a la potencia de la comunidad política o el conjunto de la comunidad antropológica. Hoy está presente el riesgo de que este escenario transfiera la diferenciación a la apertura de la indiferencia y de la equivalencia, donde el vínculo entre el uno y los muchos, entre el común y el disperso, refuerza el disciplinamiento sistémico o la reactividad neotribal, la fuerza del sistema o la fuerza confusa, y reproduce, en la desaparición de los muchos, una dimensión que genera obligaciones.
El movimiento de una polémica reconocida y de una reflexión crítica permanente tiene, tal vez, el deber de confiar en la lucha por el reconocimiento no de la conciliación recompositiva de lo diverso, sino de una originaria irresolución y el perfil de un “reconocimiento mutilado”. La lucha de todos contra todos deviene, de esta manera –para Foucault– en el recuerdo de Hegel, un paradigma renovado, que no sugiere y tampoco da legitimidad a la violencia, sino que ayuda a reconocer y a activar, en el esfuerzo de la convivencia y del obrar en un mundo, la diferenciación y el antagonismo.Erótica y Retórica. Focault y la lucha por el reconocimiento.


Fuente:Herramienta debate y crítica marxista

viernes, 24 de septiembre de 2010

Psicoanálisis:Comentario sobre el Seminario VIII, de Jacques Lacan. El decorado y los personajes

Material surgido del trabajo en grupo estudio con el Seminario VIII como tema.

Primera parte:

Comencemos por seguir a la Lacan en la ambientación de esta ceremonia en cuyo centro está el amor como asunto, tratando de despejar su naturaleza, y si es o no un asunto ligado a los dioses. He aquí el motivo central de la ceremonia.
No obstante, sucede un hecho que es la entrada de Alcibíades que altera las reglas del Banquete. Se precipita una escena entre él y Sócrates, que como señala Lacan va mas allá de las condiciones o las normas que se debían observar. Lacan dice que lo que ocurre entre Sócrates y Alcibíades excede de los límites del banquete. Hasta aquí brevemente el cuadro general. Observen que no solo importa lo sucedido entre estos personajes, sino que además esta articula con la situación del encuentro, no es un detalle o un agregado el contexto en cual cierta situación como decíamos se precipita. De hecho parece que para algunos traductores del Banquete, lo alocado de la entrada de Alcibíades, era muy difícil de alojar en la traducción, al menos de esto nos da la pista Lacan.
Entonces el Banquete no solo es una ceremonia sino que tiene reglas muy específicas, y alterarlas produce un cambio radical que no es fácilmente tolerable.
Por ejemplo el vino funciona como un facilitador de los elogios al amor pero es necesario cierto control. Esto evita el desorden. Justamente es lo que Alcibíades rompe, ingresa cuando Aristófanes tenía la palabra.
Retomo la letra del Seminario VIII: “Que Sócrates no ceda a las maniobras de Alcibíades y que esto por si solo justifique la presencia de este pasaje de El Banquete, destinado a realzar el sentido de su misión ante la opinión pública a mí me deja estupefacto.
Este es el punto a cuyo alrededor gira todo lo que está en juego en El Banquete. Es ahí donde se esclarecerá de la forma más profunda, no tanto la cuestión de la naturaleza del amor como la cuestión que aquí nos interesa, a saber su, su relación con la transferencia. Y por eso pongo énfasis en la articulación entre los discursos pronunciados en el simposio y la irrupción de Alcibíades.”
Considero importante observar que Sócrates no cede, si bien no censura a Alcibíades, hay un desplazamiento en la maniobra de Sócrates, se interesa por la posición de Alcibíades, y no intenta esclarecer la naturaleza del amor. Podríamos decir que es más sensible a lo que ocurre que a lo que tiene que decir, en este sentido creo comparable a la posición del analista. Presta atención a lo que Alcibíades le dirige. Es otro modo de tomar al amor, ligado a la particularidad de quien habla, en lugar de una teoría que llene de sentido (como sucede con los elogios que le anteceden). En esta dirección se articulan mas claramente amor y transferencia. En otras palabras, y a riesgo de resultar repetitivo, Sócrates no escandaliza, lo interpreta. Podemos ubicar en un modo estructural condiciones, como las de El Banquete para que algo se despliegue, Sócrates no cede, se sirve de Eros para avanzar.


Segunda parte:

Lacan hace una maniobra sobre el texto de El Banquete, indica como vamos a trabajar, lo cito: “digamos, como una especie de de acta de sesiones psicoanalíticas…A medida que progresa el diálogo y se van sucediendo las contribuciones de los distintos participantes en el simposio, ocurre algo, como son los esclarecimientos sucesivos de cada uno de esos flashes por el que viene a continuación y luego, al final lo que no es relatado como un hecho bruto, incluso molesto- irrupción de la vida allí dentro por Alcibíades-.” Comparación con la sesión: por el progreso del diálogo, esclarecimientos sucesivos, un hecho molesto, respecto del nos toca establecer el sentido. En su texto Intervención sobre la Transferencia, Cuando aborda el caso Dora, plantea esclarecimientos sucesivos, y efectos de verdad, hasta llegar al límite de la tarea de Freud. En el modo de tratar El Banquete nos sugiere algo de ese estilo.
Sócrates digámoslo así interviene, en principio no asume una posición desde el yo, por esto no dice casi nada en su nombre. Puntúa lo referido sobre el amor: no sitúa el amor en lo alto. Se autoriza desde lo dicho por sus pares en esa ceremonia a cuestionar el origen divino del amor, con esta maniobra subvierte lo que había sido enunciado hasta su intervención.




Tercera parte:

Veamos de modo general, como era el vínculo entre hombres y mujeres. El amor mas elevado para una parte de la sociedad griega era entre hombres. Ahora bien Lacan nos aclara que las mujeres tenían un lugar. Para tener una referencia, Sócrates hace hablar por él a una mujer Diótima, es ella de quien aprendió sobre el amor.
Las mujeres, tenían un lugar que nos resulta poco claro, pero esto de ningún modo significa sin lugar. Dice Lacan: “La diferencia que existe entre la mujer antigua y la mujer moderna es que la mujer antigua exigía lo que le correspondía, atacaba al hombre. En el amor las mujeres tenían un rol activo”.
Al parecer el amor griego ve más allá de una cuestión que se resuelva entre hombres y o mujeres. El punto clave es establecer que es ser sabio en el amor.
El amor es un sentimiento cómico. Por lo que sabemos de Seminarios anteriores, por lo que podemos adelantar de este, esta afirmación se esclarecerá por la articulación del deseo con la función del falo.
El amor es dar lo que no se tiene. Se trata de una falta en juego, pareciera que el eje se desplaza del tener al dar, y que dar no se asocia con tener sino al contrario. Volvemos a la topología, dar lo que no se tiene es una frase que cuesta captar desde lo intuitivo. Exige pensar una lógica de relación, dar lo que no se tiene en un universo tridimensional resulta muy confuso, ahora no sucede así en el plano bidimensional.
Para comprender el discurso de Sócrates, es necesario considerar la relación de los participantes, en neutro. Se tratará de articular lo que ocurre en el amor en el plano de la pareja formada respectivamente por el amante y por el amado. Subrayemos algo, se rompe con la idea de dos sujetos por eso pone uno en neutro.
Coinciden el amante con el sujeto del deseo, y el amado como el único de la pareja que tiene algo-. Cito una vez mas: El "amor griego" permite captar una articulación elidida en lo que hay de demasiado complicado en el amor con las mujeres. Nos permite desprender en la relación del amor dos partenaires en lo neutro: el erastés y el erómenos. El amante como sujeto del deseo, y el amado como aquél que, en esa pareja, es el único en tener alguna cosa. Lo que lleva a la pregunta por si lo que tiene el erómenos tiene alguna relación con aquello de lo que el sujeto del deseo carece [cf. II.7].
La cuestión está en saber si hay relación entre lo que uno tiene y al otro le falta. Pese a la insistencia, considero volver sobre la topología en juego. El deseo es impensable por fuera de los efectos del lenguaje. Dice Lacan: "La cuestión de las relaciones entre le deseo y aquello ante lo cual se fija ya nos condujo a la noción del deseo como deseo de otra cosa. Llegamos por ella a las vías del análisis de los efectos del lenguaje sobre el sujeto".
No se trata de un objeto en términos tridimensionales, que a uno le falta y el otro tiene. En sentido estructural el objeto se caracteriza por ser inadecuado para el deseo, por lo tanto se trata de que surja una significación en ese encuentro. Recordemos que uno no sabe lo que le falta y el otro no sabe que es lo que tiene. Entonces la cuestión es que no se trata mas que del encuentro de dos faltas, con todo el peso de lo inconciente (ninguno sabe, de donde puede surgir la significación del amor).