jueves, 14 de junio de 2012

Aki Kaurismäki Director | Guionista (04/04/1957) El artista lacónico por José María Aresté

Aki Kaurismäki responde a la perfección al concepto de cine de autor. Sus películas son personalísimas, responden a una visión de las cosas y a un modo de contar que se dirían irrepetibles. Aki Olavi Kaurismäki es el principal representante del cine finlandés, junto a su hermano mayor Mika, de estilo fílmico muy diferente. Nacido en Orimattila, Finlandia, en 1957, creó junto a Mika, también cineasta, su propia productora, Villealfa Oy, nombre que homenajea a la película Alphaville, de Jean-Luc Godard; bastante más tarde rebautizaría su compañía como Sputnik Oy. El título que lanzó a ambos hermanos y revolucionó el cine finés sería Valehtelija (El mentiroso), de 1981. La dirección era de Mika, pero Aki coescribió el libreto, además de interpretar un personaje, que justamente se llamaba Ville Alfa. Aunque Aki ha abordado algún clásico literario –debutó en el largo en 1983 con Crimen y castigo, a partir de la novela de Dostoievsky, y Hamlet va de viaje de negocios es una mirada muy particular de la obra de Shakespeare–, su cine se caracteriza por el minimalismo, presente incluso en la duración de las películas, que afirma que nunca deberían durar más de hora y media, norma que cumple a rajatabla. El hecho de que escribe, dirige y produce sus películas le aseguran un control total de sus historias. Dice que le gusta improvidar en el plató, pero que no son los actores los que improvisan, sino él, lo que da idea de ese férreo control sobre el resultado final. En sus películas dominan los silencios (“si la película se lleva a un nivel minimalista aún el simple sonido de una tos puede ser bastante dramático”, afirma), y cierto aire tristón. Los personajes, trabajadores de condición humilde, son lacónicos, y expresan sus pensamientos con pocas palabras. Hay en sus miradas reconcentradas un anhelo de felicidad que no siempre es colmado. Y el cineasta ha encontrado en una serie de actores, sobre todo en los habituales Matti Pellonpää –fallecido prematuramente en 1995 de un infarto, con 44 años–, Kari Väänänen, Markku Peltola y Kati Outinen, los intérpretes perfectos para sus historias, existe una clara complicidad con ellos. De su particular sentido del humor da idea el siguiente comentario: “Cuando era joven, me sentaba en el cuarto de baño y las ideas simplemente venían a mí. Ahora sólo me siento en el baño.” ¿Es Aki un cineasta pesimista u optimista? No existe una respuesta simple. Sus historias están abiertas a la esperanza, los náufragos existenciales que las pueblan pueden llegar a catar algo parecido a la felicidad (el final abierto de Sombras en el paraíso y Luces en el atardecer, la historia romántica de Ariel), pero también puede haber amarga ironía (la terrible odisea de La chica de la fábrica de cerillas). Y en cualquier caso, ese remanso de paz que pueden llegar a alcanzar habrá estado precedido de vicisitudes que pueden incluir hasta la violencia física (las palizas que reciben los personajes es un motivo bastante recurrente en el cine del finlandés, como ocurre en El hombre sin pasado, título con el que ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes, mientras que Kati Outinen fue la mejor actriz del certamen). Una de las grandes películas de Aki es Nubes pasajeras, sobre la que comentó “es totalmente trágica. Cuando comencé a escribir el guión para esta película, puse en un extremo la historia de rescate emocional de Frank Capra en ¡Qué bello es vivir! y en el otro Ladrón de bicicletas, de Vittorio De Sicca, y la realidad finlandesa en el medio.” El resultado es una estupenda reflexión sobre el desempleo, más optimista de lo habitual en el cineasta, y que está enmarcada en un restaurante. No es un lugar casual, pues Aki es copropietario de varios restaurantes en Helsinki, y del Hotel Nummi-Pusula. Aki puede ser un tipo paradójico. El humor ligero que acompaña a la banda musical de Leningrad Cowboys Go America y Leningrad Cowboys Meet Moses da idea de ello, contrasta con le etiqueta de ‘cine triste’, que fácilmente puede adherírsele. Mientras que la cuidada y alegre música que acompaña a sus películas, y una fotografía de cuidada paleta de colores, deudor tal vez de un Fassbinder o un Almodóvar (aunque las influencias pueden ser mutuas), son también un desmarque de los lugares comunes. Sobre el profundo compromiso moral de su cine, dan idea estas palabras del cineasta: “El sentido de la vida es adquirir principios morales que respeten la naturaleza y a los demás seres humanos, y seguirlos.” Fuente: decine21.com