martes, 3 de mayo de 2011

Cine: Un cuento chino- film‏. Por Silvia Russo

Los cuentos son para entretenimiento desde niños, nos acompañan antes de dormir, por ejemplo; a veces en lugar de un relato placentero se convierten en el título del film y parecen una gran broma.Como las que a veces juegan el azar en encuentro con la contingencia, y cuando nada indicaría este giro, acontecen los hechos, con el impacto de una vaca caída del cielo. Lo que suscita simpatía en el espectador, no es solamente el bien llevado y conocido humor de S. B., sino también el creíble personaje gruñón y pleno de nobleza y dolor, según describe Mari, que encarna Roberto. A diferencia del neurótico obsesivo grave habitual, no puede ser egoísta con facilidad.Se preocupa por otro y allí es donde su vida toma un giro como el de las insólitas noticias que colecciona, herencia ligada a la historia con su padre.Es adorable ver el pulseo entre el sin sentido que enmarca su vida y el "todo sentido" que guía la del chino, Yun, que no puede dejar solo; sumido en una soledad que él conoce muy bien.Dejar entrar al otro es realmente un viaje de ida, a bordo del Fiat 1500, y de los rituales contenedores y aprisionadores en la cotidianeidad de Roberto.El enojo, el cansancio de lo eternamente igual, compiten con la acechanza de un mundo dentro de un cuento chino que muestra otra forma de vivir en compañía... "son sabios, son milenarios", reflexiona la mujer del primo de Mari, durante una comilona para chuparse los dedos y tentarse que se ofrece seductoramente, pero Roberto, de llevarse torta que está buenísima... nada. Aún...Lo que hace previsible el final con sonrisa, es el permanente desasosiego e incomodidad que una vez despejado en el existir del protagonista, no permite volver al sistema de resguardo rutinario... y se embronca, y se queda dormido, y se desfasa, oportúnamente, dando lugar al giro. Una noticia insólita en un mundo donde no es dable la elección por la compañía amorosa.Comunmente, la neurosis, no se conmueve con facilidad.La viscosidad abunda como respuesta cual arenas movedizas y condena al sujeto a la repetición del miedo de modificar el circuito.La generosidad es aquí un factor esencial, ya que salva de la guerra, la muerte y la soledad encerrada en esa cuenta infinita del cuento chino en el que este ferretero vive en el dilema de ser cagado o no por el otro.Y es que a Roberto la vida lo cagó, como a tantos otros y quedó instalado allí hasta que puede mirarse en los ojos llorosos de Yun, quien tuvo lo suyo y sin embargo, busca. Apela a la condición de humanidad en el otro e interpela a su orígen para no pasar a solas su gran dolor.Esos ojos, en la vaca retratada, ¿no son acaso los que todos tenemos ante la desprotección?. Una mirada que dice mucho, y Gracias, entre otras cosas y Estaré aquí o Estoy aquí, MIRAME.Una vaca muerta, otra vaca viva en las manos del amor de una mujer... pueden ser una chance de salir de campos minados en los que la neurosis nos estaquea y nos deja a medio vivir, soportando los duelos entre cristales protectores, adornos y fotos antiguas, y casas desabitadas de presencia deseante."¡PUTA, QUE VALE LA PENA ESTAR VIVO!", gritaba Alterio en otra peli argentina.