miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cine y psicoanálisis: Copia certificada. Por Lucas Losa

Copia certificada de Abbas Kiarostami, en lo que es mi primera aproximación al cine Iraní, me encuentra en varios lugares que despiertan mi curiosidad.
El “que” y el “como” este director nos quiere decir algo recorren para mi toda la historia. Es como si el espectador entrara en el libro del escritor James Miller a medida que se adentra en la película; el argumento de ese libro bien podría ser el guion pero no lo es ya que es el propio escritor quien se sumerge en esta historia junto a nosotros y a esa fascinante mujer de la que no sabremos su nombre, nunca. El titulo del libro copia certificada es casi tan impactante como su subtitulo “mejor una buena copia que el original”; este subtitulo cobrará relevancia a medida que avanzamos, llegado un poco mas de la mitad ya no sabremos con claridad si eso que estamos viendo es una copia o un original.
Kiarostami además no ayuda mucho, no quiere darnos las cosas digeridas. Es difícil atinar de movida algo sobre los sentimientos de estos personajes la maravillosa charla en el auto se ve interrumpida una y otra vez por diferentes motivos, al director parecen gustarle los planos en donde la cosa no se capta de manera directa; mas bien nos propone un rodeo en el que nos ofrecerá ciertos momentos de reflexión de estos “dos sujetos” a través de vidrios y espejos.
Todo es realmente confuso desde el primer momento pero claro que entendemos esto, Kiarostami quiere que así sea. No sabemos quien es esa mujer ni lo sabremos; no entendemos que es lo que quiere de aquel escritor lo que lleva a Fernando Lopez, critico de cine, a decir “una mujer cuyo nombre no se menciona (Juliette Binoche) y que tanto puede ser su esposa como una admiradora a la caza de ejemplares firmados.”
James en el auto le pregunta si vender copias de esculturas originales es lo que la intereso en su libro, ella le dice que lo que le llamo la atención es el titulo y el subtitulo del libro, pero esta es la primera de tantas veces en que la conversación quedará extraviada. La película está plagada de frases realmente importantes que quedan truncas; dejando el sentido del lado del espectador y su imaginación. Nada se confiesa de manera explícita, todo esta teñido de una bella tensión que sostiene el no sabe fundamental; incluso el del espectador.
Hay algo muy interesante a medida que avanza la película, cuando James mira a esta mujer, somos nosotros los que la estamos mirando por el lente de la cámara. Creo entonces que, al igual que nosotros, James tampoco tiene ni la menor idea de porque esta ahí.
En términos del Lacan del seminario VIII podríamos decir que esta mujer no sabe lo que le falta, no sabe bien porque llego hasta el maravilloso Lucignano que nos sorprende con paisajes y situaciones hermosas. Del mismo modo el no sabe lo que tiene, es decir, esta claro que tiene un libro pero el acento parece correrse de allí; desde la charla de esta mujer con su hijo en el café, al comienzo de la película, sabemos que ese libro, a ella, no le gusto demasiado. Le recuerda a su hermana Marie, su relación con un marido que no vale nada. James en cambio considera que Marie es una mujer simple, lo cual esta bastante alejado de un pensamiento simple; es ella quien hace que ese marido valga algo. Al respecto James dice que Marie piensa como el; el valor no es intrínseco a la obra de arte; sino que el valor es de quien lo percibe; es un plus en manos del que percibe.
El pretende en varios pasajes saber porque esta ahí, que es lo que tiene, y habla del libro pero eso no es lo que tiene, no para ella. En la charla donde el café se enfría ella le pregunta que lo motivó a escribir el libro y el le cuenta de una madre y un hijo que estaban viendo una replica de David, es lo que a el le llamo la atención de esta madre con su hijo lo que a ella le interesa; todo deja suponer que esa madre es ella cruzada de brazos 50 yardas mas adelante de su hijo que lleva una mochila enorme y la sigue sin apurar su paso para alcanzarla. Misma escena que podemos ver en el comienzo de la película. Ella no dirá mas al respecto, no le confirmará a James que su libro se inspiro en esa escena entre ella y su hijo mas que con la frase “me resulta muy familiar”. En ese mismo café de Italia una mujer maravillosa en su sabiduría mantendrá una conversación con ella mientras James habla por teléfono; esta señora creerá que son marido y mujer, ella no la contradice; su consejo está cargado de tantas cosas que sería difícil abordar sus motivaciones aquí. Sin embargo parece decirle que el amor es más allá de que el otro se amolde para encajar en nuestra falta, como una pieza completa el rompecabezas de manera perfecta y armónica. Una vez más no se trata del objeto, sino de la percepción que de el se tiene lo que lo hace auténtico. Sino recordemos a aquel niño frente a la replica del David totalmente fascinado.
A partir de este momento ficción y realidad, copia y original se empiezan a mezclar al punto de que ya no entendemos que esta pasando ahí; el amor se pone en acto y se comienzan a transformar en marido y mujer; actúan como tales. James toma el papel del marido de esta mujer al punto de que para el ojo no solo del espectador sino del de la gente con la que interactúan, ellos son una pareja consolidada que esta de vuelta en el lugar donde quince años atrás se casaron. Una perla se revela ante nuestros ojos cuando se cruzan con otra pareja frente a una escultura y el varón, que bien podría ser su padre, le da un consejo a James; primero le dice que tiene curiosidad pero no dice porque, no le interesa si son marido y mujer, no le interesa que problemas tuvieron entre ellos, lo que deja entrever que ese hombre mayor ve ahí algo desconectado, como fuere, le dice que lo único que quiere esa mujer es un simple gesto, una mano en el hombro, la seguridad de que su hombre este ahí con ella, un gesto de amor. James parece desoír el consejo para, en la escena siguiente, apoyar su mano en el hombro de ella al entrar a un bar donde es demasiado temprano para cenar y demasiado tarde para almorzar.
En silencio ambos aceptaran jugar este juego de marido y mujer donde por varios momentos no sabremos si es una copia o es el original. Ellos discuten cada uno en el personaje que le toco; ella le recrimina a él su excesiva dedicación hacia el trabajo y su poca atención para con ella, el intenta pensar como su marido por lo poco que ella le conto. Discuten a veces en francés, otras en un inglés tan pulcro como solo pueden tener los británicos. Nada nos permite ver con claridad la delgada línea que divide la realidad de la ficción; menos aún saber porque están jugando este juego.
Podemos pensar que James tiene varias semejanzas con el marido o ex marido (poco importa) de esta mujer, es un hombre dedicado a su trabajo; tiene la misma costumbre de afeitarse cada dos días y parece muy riguroso con ella cuando le dice en el comienzo del viaje que tiene que estar de vuelta a las 9 de la noche para tomar un tren.
En esta copia que deciden re-crear ella ocupará como hace quince años la posición de amante y el la de amado; de algo estamos seguros la metáfora del amor entre esta mujer y su marido no se produjo en aquel entonces, lo sabemos por las recriminaciones que le hace a este hombre que encarna, en parte, a aquel hombre. La cuestión estará en saber si ellos re-crearan todo hasta su fracaso o se producirá en algún momento una especie de milagro en el que esta buena copia sea mejor que el original. Así las cosas, llegaran hasta el lugar en el que ellos supuestamente años atrás pasaron su noche de bodas, ella se recuesta en la cama y le hace recordar varias cosas de aquel momento para finalmente decirle, ya no sabemos si a James o al personaje que encarna, que se quede con ella. Él le responde que como ya le dijo, tiene que tomar un tren a las 9, se para y se va al baño.
Nada hasta aquí de la metáfora del amor de la que nos habla Lacan, es cierto que hay pequeños intentos, pero todos parecen fracasar; nada parecido a la sustitución de la posición de amado a la de amante en este hombre, nada en esta mujer parecido a la aceptación de que aquel hombre podría encontrarse más allá de lo que, a ella, le falta; todo parece indicar que esta copia es tan mala como su original. Pero recordemos que James se fue al baño y es aquí donde se produce a mi entender la mejor escena de esta brillante película, donde se mira en el espejo y nosotros lo miramos por primera vez a los ojos; ya el director nos ofreció otros planos de su mirada, pero ninguno como éste; recién en este baño nos estamos viendo en él. Una escena larga que nos permite empezar a pensar por el; queremos que salga del baño y le diga que el tren de las nueve se puede ir al demonio, que nada mas hermoso para el que quedarse con ella; queremos que se produzca el milagro y que algo responda al deseo de ella. Pero Kiarostami nos dejara con la intriga de si la metáfora del amor se producirá o no. Las campanas de la iglesia dan las ocho, James sale del baño… y el resto nos queda a nosotros como espectadores.