jueves, 13 de diciembre de 2012

Cine: Domicilo Conyugal (1970) Dirección François Truffaut

Para ir cerrando el año, les recomiendo una joyita de F. Truffaut.



Dirección
François Truffaut
Escrita por
François Truffaut
Claude de Givray
Bernard Revon
Producción 
Les Films du Carosse
Valoria Films - París
Fida Cinematografica - Roma
Música 
Antoine Duhamel.
Fotografía 
Nestor Almendros.
Sonido 
René Levert.
Ayudante dirección 
Suzanne Schiffman.
Decorados 
Jean Mandaroux.
Montaje 
Agnès Guillemot
Yann Dedet.
Interpretación
Claude Jade - Christine Doinel Jean-Pierre Léaud - Antoine Doinel Daniel Ceccaldi - Monsieur Darbon Claire Duhamel - Madame Darbon Hiroko Berghauer - Kyoko Barbara Laage - Monique Sylvana Blasi - Silvana Daniel Boulanger - Tenor Danièle Girard - Ginette Jacques Jouanneau - Césarin Jacques Rispal - Monsieur DesboisEastmancolor 35 MILÍMETROSDuración: 100´
 


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Antoine Doinel se muda junto a su mujer Christine a un apartamento donde esperan su primer hijo. Ella da clases de violín mientras él conoce a una atractiva oriental en su trabajo, con la que emprende un nuevo romance. Unas rosas y unos papeles hacen que Christine se entere de la infidelidad rompiendo así el matrimonio. Doinel, entretanto, aprovecha para escribir su libro de memorias hasta que poco después termina la relación con la bella kyoko...
 
Filmada con el irremediable amor-odio en las relaciones de pareja que consigue Jacques Becker en "Edouard et Caroline" y el encanto de patio vecinal que plasmó Renoir en "Le Crime De Monsieur Lange", la cuarta comparecencia de Doinel continúa con el tono de comedia romántica que tan buenos resultados cosechó en su última aparición "Baisers Volés". 
El magnífico ritmo que los grandes clásicos franceses conseguían en sus películas no está muy lejos del que Truffaut alcanza con este film, adorable intento de un cineasta honesto por mostrar desde su más sincera simpatía por el que ya es su personaje por excelencia otros retazos de la vida, en este caso, la convivencia en pareja, el capricho, el hastío emocional, y los encuentros finales con la amistad y como siempre, con la ternura. 

Ahora antoine Doinel parece haberse establecido ya en su vida emocional casándose con Christine, pero en lo profesional no da señales de avance: continúa saltando de ocupaciones que van creciendo en su ridiculez. Nuestro contradictorio héroe definitivamente no es ambicioso, aunque es a él al que acuden a pedir un dinero que da gustoso, antihéroe que adora a su mujer aunque no tarda en correr tras una sofisticada oriental -encarnación exótica del capricho- consumando la infidelidad, y también es él quien pide auxilio a su despechada mujer para librarse de su aburrida amante a la que ya no soporta más. Situaciones que en manos de Truffaut cobran la dimensión de el estar contemplando emocionado la realidad, donde ningún personaje es excepcional pero todos nos sobrecogen, donde la gente habla, ríe, miente, discute, ama y se traiciona con naturalidad y acabamos por adoptarlos como lo que Truffaut pretende que sean: vecinos, amantes, amigos, neuróticos, solitarios...