viernes, 7 de mayo de 2010

Psicoanálisis: Fragmentos de un análsis intramuros

¿Es posible el psicoanálsis dentro de la cárcel?

Aquí expongo fragmentos de un tratamiento realizado dentro de una unidad carcelaria. Esta presentación no tiene por finalidad resolver la pregunta, simplemente es una respuesta singular, a tal interrogante.


Introducción


La lectura de este fragmento de análisis, está dirigida a aquellos que se interesan la subjetividad vinculada a la cultura del riesgo. El material clínico que continúa, intenta reflejar como lo universal de las condiciones de encierro se hacen singulares en lo subjetivo del sufrimiento humano. La apuesta consiste en tratar de resituar los nexos entre la teoría y la praxis que oferta el psicoanálisis, atravesadas por el discurso jurídico e institucional. Será la estrategia, pensar lo dicho por un paciente, como un texto en el que coexisten la sanción de la ley y la constelación de hechos que determinaron el encierro. La hipótesis que organiza el material siguiente, es partir del inconsciente como discurso del Otro. Otro marcado por una barra, falta en imixión con la falta del sujeto. Formulado de distinto modo, se trata de un pensamiento no pensado que vincula las distintas coordenadas que determinaron el encierro. Para ello será necesario tomar lo institucional como parte del texto del paciente, y no como una pura exterioridad que se le impone. Si bien la institución erosiona con un discurso que parece capturar la subjetividad, por efecto de estructura el deseo siempre se escurre. He allí nuestro punto de partida.


El caso

El contenido de las páginas siguientes presenta un doble registro, por un lado se trata de un paciente neurótico en términos del psicoanálisis que está afectado por el consumo de drogas; la otra vertiente es que el marco de la cura se da en el contexto de una institución a saber una cárcel.
Las coordenadas de trabajo están parcialmente determinadas por las características de la institución. El penal donde el paciente estuvo alojado durante el tratamiento, contaba con un sector de características diferentes al resto de la cárcel. Se había creado una Comunidad Terapéutica intramuros, vale decir que coexistían en paralelo dos planos, el régimen específico de una cárcel y las normativas que organizan a las comunidades de rehabilitación de drogas. Para ser mas claro, los pacientes en tanto presos, no estaban confinados a una celda gran parte del tiempo, sino que podían circular por los pabellones realizar tareas, pero cualquier acto que implicara una falta podía ser sancionado desde la comunidad y/o desde lo penal. Otro dato clave es que el ingreso a este régimen implicaba que el solicitante del tratamiento admitiera su condición de adicto y evidenciara conciencia de enfermedad, a mi entender asumir culpa por el consumo. Este mecanismo de abordaje, refuerza la neurosis en tanto exige que aquello considerado como falta o falla, recaiga sobre un individuo. Es decir evitar leer los hechos en relación a cierta otredad, haciendo de la responsabilidad subjetiva una responsabilidad individual, sin relación al Otro. Recordemos que para el psicoanálisis toda elección del sujeto está determinada por los significantes que le vienen del Otro, y esto es condición para pensar la falta. En el marco de la institución de este caso como figura en las líneas previas, lo constituye no tanto una pregunta sino mas bien el asumirse culpable en términos de la voluntad. Este rasgo del tratamiento institucional implica dejar caer lo inconsciente, en consecuencia de acuerdo con la apuesta inicial la maniobra es alojar el texto del paciente considerando que hay allí un pensamiento no pensado.

Las actividades terapéuticas que se desarrollaban en esa comunidad, como se explicó, tendían ha regular que modo de proceder y de pensar es correcto y que no lo es, responsabilizando a cada interno por el consumo de drogas y la vida vinculada al delito. Se esperaba un juicio autocrítico y una rectificación conductual, como signo de evolución clínica. Como quedó planteado en las líneas iniciales, estas son las condiciones de trabajo que dan el marco al tratamiento psicoanalítico que sigue en las próximas líneas.
Una última nota sobre la institución, dentro del sistema carcelario, adaptarse a la vida en la Comunidad Terapéutica implica hacer buena letra para el juzgado, vivir mas resguardado de la cultura carcelaria y sus códigos, y perder parcialmente la imagen de preso que se impone entre los internos.


Historial clínico

El paciente, a quien vamos a llamar L, es un muchacho de veinte años, que al momento de la consulta está preso esperando el juicio. Ingresa igual que el resto de los internos a la fase de admisión (primer etapa del programa de rehabilitación), donde se adapta rápidamente. Refiere haber estado internado durante gran parte de su adolescencia en una Comunidad Terapéutica, por consumo de drogas. El manejo de las pautas específicas de este tipo de asistencia operó completándolo imaginariamente dado que, se insertó en este tratamiento (C.T, intramuros) desde un lugar, donde él sabe... En consonancia con estos datos, se lo ubicó como encargado de casa comprometiéndolo en una labor de enseñanza para con sus pares. El paso por una C.T (a los quince años) le posibilitó abandonar el consumo en forma temporal, al tiempo de salir externado dice “tuve una recaída”, para definir el reinicio del consumo de cocaína. La transferencia hacia el espacio individual surge a partir de iniciar las entrevistas, respecto de la CT, su pedido se vinculaba con que podía vivir mas tranquilo su encierro. Al momento de cumplirse el plazo de esta primera fase, solicitó permanecer en el módulo de admisión, con el rol asignado y pide que yo lo atienda en forma individual, en lugar de continuar con las fases previstas institucionalmente. EL rol de encargado de casa, implica que debe mantener cierta organización para que la convivencia entre pares funcione acorde a las normas, la comunidad con sus pares se denomina familia.
Dentro del marco institucional esta solicitud de su parte señala exige cierta singularización, mas en línea con una Demanda. Entonces se instaura así un primer dato para pensar dicha Demanda. La asistencia en esa primer etapa no tenía esa exclusividad, se realizaban entrevistas con el objetivo de abrir la dimensión subjetiva para luego derivarlo a un psicólogo en forma definitiva. Ante su pedido, consulto en la reunión de equipo y se resuelve aceptar esta condición. Ya no se trata de un pedido, porque de hecho accedió a lo que pedía, él quería hablar de su vida lo que implica un mas allá de estar tranquilo.


Las Entrevistas

En las primeras entrevistas, le confirmo que su propuesta en relación a la asistencia es aceptada. Sin necesidad de formular la regla fundamental comienza a asociar, habla del consumo de drogas y dice “lo que se me ocurre, es que consumo afecto”, explicando así su forma de vínculo con los otros. Cuenta que le sucede con frecuencia, que se apega con algunas personas y que posteriormente esa relación le trae problemas, y en muchas oportunidades termina peleado o muy enojado. Cuenta algunas vicisitudes en la convivencia con sus pares en el penal.
Abre un tema que había abordado en su primera internación de la adolescencia, lo nombra como el tema de “mi adopción”. Relata que es hijo adoptivo de los padres que le dieron el apellido, y que conoce algunos datos de cómo fue adoptado. Su madre de sangre que vive en otra provincia, quedó embarazada a la edad de quince años y junto con su pareja, establecen que ese embarazo resulta un problema. Posiblemente en razón de algún contacto con una asistente social decide tener al niño pero no criarlo. La madre adoptiva, es la asistente social que se ocupó de trabajar con la joven embarazada a fin de concretar la tenencia de L. Él no está seguro de si hubo dinero de por medio, aunque le parece posible. Sus padres biológicos, un año después de su nacimiento tuvieron otro hijo, en esta oportunidad no lo entregaron en adopción.
El dinero y el afecto se conjugan en su vida pero son dos planos que no se recubren entre sí, de allí el drama de su neurosis. Como figura en las líneas anteriores, él supone que se pagó por su adopción, cuestión que fija el estatuto de su forma de ingreso en el nuevo hogar, de hecho él señala como un rasgo de su persona, un particular interés por la plata y las cosas materiales. Existió de acuerdo con su relato, un momento en cual su vida fué valuada económicamente, una permutación entre su vida y determinada cantidad de dinero. Esta es la constelación que constituye la prehistoria del sujeto como señala Freud . Su adopción implicó una maniobra que funciona por uso y costumbre en algunas circunstancias pero que es ilegal, no se puede entregar un hijo a cambio de dinero. Esta falsa equivalencia, tiende a generar una simetría entre dos términos el afecto y el dinero. Convertir el amor en un objeto especular, generando el espejismo de que se lo puede medir.
L sostiene que cuando percibe afecto hacia él, puede entablar algún tipo de vínculo, y que al momento que le parece que el afecto no es tal se angustia e intenta romper esa relación. Esta dimensión ha estado presente en su vida con la familia de adopción, mediante transgresiones de diversa magnitud ha intentado establecer que lugar tiene para sus padres. La madre frente a dicha situación facilitó internaciones para que se cure, desde muy chico, del padre no se escucha ningún deseo de intervenir. Parece que cuando su presencia es un problema, sale de la familia, podría pensarse como condición de permanencia que no genere problemas. Es notable como los padres de adopción repiten el esquema dado que ante las dificultades que presenta su crianza lo enferman y lo internan. Nuevamente el amor el deseo de hijo queda balanceado con un elemento especular, en este tiempo que no moleste. Cuenta momentos de su vida familiar donde se lo apoya en sus decisiones, y él hace cosas tales como drogarse o robar, ligadas a sentimientos que pivotean entre el odio y la angustia, generando la sensación de que nada le importa. Las entrevistas giran en torno a esta cuestión de relacionarse con los otros a partir de consumir afecto.
Se pregunta porque sus padres biológicos se hicieron cargo de su hermano y no de él. Esto le generaba un gran resentimiento hacia los padres y el hermano. Como consecuencia todo el tiempo intentaba medir cuanto se lo quería, siendo este cálculo extensivo a todos sus ámbitos. Cuando el leía un saldo negativo, al calcular afecto, contestaba con un acting mas o menos estrepitoso. Esto también se reeditaba en el marco del tratamiento. Pero parece que unas palabras de las sesiones le permitieron pensar distinto todo este asunto, dando lugar a una nueva significación. Le propuse pensar una historia, donde sus padres biológicos muy jóvenes y descuidados lo concibieron, que no querían tener un hijo y acudieron a una asistente social para pedir ayuda. Resuelto de un modo dramático el desenlace de esa situación, donde la solución es darlo en adopción, su mamá vuelve a quedar embarazada. Quizás esta vez no se animaron a repetir la maniobra ni a plantearla, y asumieron criar a ese otro hijo tampoco buscado, que además tenía en su prehistoria lo sucedido con él. Le propongo que su hermano tenía las cosas muy complicadas , porque para ser criado por sus padres primero él fue dado en adopción. Pensó en la posición de su hermano y sus padres, identificándose en el punto de no ser deseado. A partir de acá se alivia y dice que sabe que su hermano también estaba preso y que tuvo problemas con las drogas. En este texto la falta en el Otro, pasó del lado del sujeto, frente a una otredad que expulsa la respuesta es asumirlo, y en consecuencia hacerse expulsar.
Surge el tema de su paternidad y la vida en pareja. La madre de su hijo, la llamaremos A, es su actual pareja, respeto de ella dice que se hizo adoptar, asociando esto que comenzó a armar en las sesiones. Cabe destacar que respecto de su nene, también se ubica como consumiendo el afecto. La relación con A, está llena de contradicciones que se resuelven con sucesivas peleas y acuerdos. Ella es descripta por L, en función de la maternidad y de sus actividades tales como estudiar, donde no siempre el hijo aparece incluído. En la relación de L y A la familia de él interfiere permanentemente. Como ejemplo, cabe citar que aseguran las visitas del niño al padre preso, o juzgan la forma de los cuidados, además mientras A se ocupe de asistir a las visitas terapias etc., es incluída dentro de esta familia con capacidad de adopción y expulsión.
Durante las sesiones el tema de la pareja surge varias veces en relación a los desacuerdos y sus intentos fallidos de recomponer las cosas. Posteriormente un hecho facilita el corte de ese vínculo. L va a juicio, donde estaban latentes varias causas, y es condenado a varios años de prisión. Ella le dice que no tiene deseos de esperarlo ni de acompañarlo en su condena, dando por terminada la pareja (nueva exclusión). L parece haber sufrido una doble condena por sus actos, en medio de la angustia plantea dos cuestiones fundamentales: una que el juez fue justo, si bien el no contaba tantos años de cárcel, señala que el fallo fue adecuado. Por otro lado, las palabras de A, se inscriben en esa dirección, ella no está dispuesta a continuar con él, debido a la forma en que L tramita su condena, esto es manejarse sin algunos cuidados que implican sanciones de conducta que aumentan la privación (calabozos).
A partir de la terapia, algunas conductas que él llama impulsos, han cesado, la separación de A vuelve como tema pero en función de ver a su hijo Benjamín. En el tratamiento ha recuperado su lugar de encargado de casa, lo que nombra diciendo volví al rol. Además el contacto con la familia parece mas distendido, si bien continúan tratándolo de un modo infantil, L puede pensar algunas cosas que quiere y como tomar la ayuda de los padres adoptivos. Durante las entrevistas posteriores, surgieron algunos datos significativos. Hay un diálogo con la madre donde ésta le dice que ha perdido un hijo, en función de la situación de L preso. El contesta que no se ha perdido sino que se halla preso, pero que está. También surge en entrevista que él quiere para sí cosas diferentes de las que la madre quiere. En la última atención, se muestra preocupado por su paternidad, angustiándose porque ve a su hijo poco tiempo y teme no ser reconocido como padre. Antes de finalizar dice que su hijo se va de las visitas diciendo papá, frase que retomo y dejo abierta para pensar. Evidentemente algo se ha modificado, quizá la ecuación que hacía del afecto o del amor un objeto para consumir, ubicando está lógica en el campo del Otro, por ejemplo con la respuesta a su mamá, él recorta con precisión que está y que es su madre quien lo excluye. Además se habilita ser reconocido como padre.
Para concluir, la institución hace juego con lo fantasmático de este paciente, la modalidad del tratamiento en tanto rehabilitación, exigía una dimensión observable. El problema que siempre lo que quedaba ofrecido era algo de su falta, posiblemente logró reubicar en su texto aquello fallado, cediendo a la idea de querer completar lo que se espera de él.



Alejandro Ercoli 2003