lunes, 8 de junio de 2009

Psicoanálisis: El crimen lacaniano

Este material fué publicado previamente en el blog "elpsicoanalistalector" por gentileza de Pablo Peusner. En esta oportunidad dada la creación de "peor para la ciencia", vuelvo a lanzarlo.


Introducción


Trabajaremos en esta oportunidad con un texto de Lacan, “Introducción teórica de las funciones del psicoanálisis en criminología” (Escritos I, editor siglo XXI,).
En primer lugar me interesa comentar una idea que me produjo el encuentro con ese material. Pensé la cárcel, la situación de encierro, las exigencias institucionales, el malestar que implica la institución para los presos y los empleados para abordar la posición de los analistas que allí se desempeñan. Me propongo avanzar hacia algunos aspectos de la relación entre determinación social y subjetividad. La piedra de apoyo será el margen social, obviamente desde los que están en conflicto con la ley.
Para iniciar este breve recorrido, considero fundamental ubicar el valor del crimen y de la criminología en el contexto del psicoanálisis según Lacan. La obra de Lacan como todos conocen se compone de dos masas teóricas vinculadas entre si, esto es lo que escribió y la transmisión oral denominada “El Seminario”. Ambos registros componen gran parte de su enseñanza. Dentro de “Los Escritos”, en la edición SigloXXI, pueden verificar que el texto sobre criminología figura en el mismo nivel que otros trabajos mas fácilmente pensados como cruciales para el psicoanálisis. Nombro algunos de estos, “El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, “Variantes de la cura-tipo”, “Intervención sobre la transferencia”, nadie se sorprendente del valor de estos textos. Resulta menos frecuente interrogarse sobre la función del crimen, para pensar la clínica. Normalmente este dato no es tenido en cuenta. No obstante, Lacan le adjudicó un sitio clave en su obra.
Lacan en su texto sobre criminología, evidencia su pregunta sobre la relación del psicoanálisis y la criminología, está atento a ciertos crímenes, a ciertos saberes de la época, pero se mantiene interrogando los fenómenos y las explicaciones que circulan a cerca de los mismos. De hecho podría haber dado algún tipo de interpretación psicoanalítica de los mismos, sin embargo va mas a fondo con el lugar que puede tener el psicoanálisis frente al delito. Es una maniobra que lo sostiene como analista, básicamente ser un preguntón alguien que descree de aquellas opiniones que en nombre del discurso científico, fijan la norma. En tanto psicoanalista, hace de los fenómenos una pregunta y avanza. Me recuerda a la explicación que ofrece en “Subversión del sujeto…”, allí dice que Freud al encontrarse con la histérica, no se encandiló con lo florido de la presentación, sino que le pidió que hable que le cuente que le pasa, la hizo hablar.
El año que Lacan escribe sobre el crimen es 1950, un momento en que la psiquiatría en Francia contaba con forenses de prestigio que impulsaban la psicopatología del crimen (En el libro Los Anormales, Foucault señala los años 50 caracterizados por las pericias psiquiátricas) como explicación. Sin embargo dio un paso hacia delante en el tratamiento de este asunto, ubicado como analista. Se preocupó por pensar en las explicaciones de sus colegas, y volver a formular las cosas. Mi modo de entender esto, no es únicamente adjudicarle genialidad, sino reencontrar en su estrategia, los alcances del deseo del analista.
Es por esto que me atrajo la idea de utilizar la experiencia clínica con pacientes en conflicto con la ley, para poder avanzar en la teoría psicoanalítica. Hacer de los elementos vinculados a este tema significantes a interpretar. Esta versión no supone un analista especializado -en leyes, presos o una psicopatología carcelaria- sino, como desde un problema social -que se ha agudizado en estos tiempos, por el capitalismo y la globalización-, se puede abordar al sujeto, y su modo de relación con el Otro. Se trata de leer el conflicto con la ley, el encierro, anudado tanto a cuestiones sociales como a otra escena, más que hacerlo consistir en la persona del delincuente. Hacer del criminal y el crimen significantes, mas que cuadros psicopatológicos.
Por eso creo en la necesidad de enfocarnos en la clínica más que en la especialización, lugar este último al que se nos convoca permanentemente desde la institución judicial y desde el discurso científico. Aquellos que trabajan en cárceles, identificarán mejor, el pedido de que se expidan como expertos en sus opiniones o informes. Lacan no se convirtió en criminólogo, pero igualmente se apasionó en establecer el sentido del crimen para el sujeto y la cultura.
Tengamos presente que la sociedad con los ideales que la comandan podría bien constituir lo Otro del encierro. La oferta de este tiempo de eludir la castración, por medio del impulso al consumo desmedido, como si la sustancia de los objetos portara la felicidad. Las ideas del individuo exitoso, la inmediatez en las relaciones de amor, el mundo virtual que impone variaciones en el vínculo social, generan una escena. Aquellos que tomados por esta “realidad” no califican para formar parte, quedan fuera, excluidos. Esta exclusión, es efecto del discurso, con los ideales de individualismo y readadptación. Al quedar parte de la sociedad sin poder ser representado por los significantes de estos tiempos, se genera un retorno feroz de aquellos ubicados en el margen -el criminal, es una de las pocas inscripciones posibles, no es quien falta a la ley sino lo que la pericia determina-. Muchas veces el retorno parece desde lo real, por ejemplo los robos, los asesinatos, la lista es amplia.
Si ubico brevemente estos efectos de nuestro mundo globalizado, del capitalismo cada vez más fuerte, es en principio para evidenciar que cierta tensión ligada al delito, resulta explicada por la responsabilidad individual, avalada por peritajes de expertos en delitos, y no se tiene en cuenta una demanda social de éxito inmediato. Cambian las cosas si pensamos que el delito se vincula con las exigencias del Otro social a pensarlo como un desajuste originado en un individuo patológico.
Volviendo a lo escrito por Lacan, entiendo este material del psicoanalista francés como un desafío, hacia sus pares tantos psiquiatras como psicoanalistas. No me refiero a una intención de provocar creo que se dirige con mucho respeto al hablar de otros teóricos del tema, como Kate Friedlander. Simplemente que el planteo de cómo pensar el crimen va desde lo social, la cultura hacia el sujeto, retoma la estructura del lenguaje como anclaje, etc., y se va diferenciando de las teorías que se apoyan en el individuo, la patología y la morbilidad. En este sentido, es distinto pensar a un sujeto determinado por la cultura, que a un enfermo ya sea a causa de algo orgánico, o por la liberación de sus pulsiones casi imposibles de contener. Los modelos criminológicos que convergen en la individualidad como centro, según este escrito de Lacan aportan una explicación insuficiente del crimen.
Es necesario considerar un dato vinculado con la inscripción del psicoanálisis en la ciencia positivista. Según la apreciación de Jean Claude Milner en su libro “La Obra Clara” (editado en castellano por Bordes Manantial), a fines de la Segunda Guerra el psicoanálisis formaba parte de la ciencia moderna, y por ello había “secretado su propia técnica “ para utilizar una expresión de este autor. Entiendo que entonces el psicoanálisis perdió su valor novedoso, dejó de ocuparse de lo que era un resto para la ciencia. En este sentido creo que surgieron intentos de explicar el delito haciendo del descubrimiento freudiano, una técnica científica. Una referencia que podría ejemplificar este enfoque, es la versión del psicoanálisis desplegada por Alfred Hitchcock en el film Spellbaund. El texto de Lacan va a cuestionar ese encamisado, centrándose más en la cultura que en la ciencia positivista.
No voy a desplegar un análisis del texto por párrafos. Lo que haré es ofrecer un modo de interpretación, situando algunos puntos que considero claves. Nombro algunos de ellos: el concepto de pulsión, el de culpa-responsabilidad, la posición del analista respecto del crimen y de los ideales de la época, la experiencia del análisis en tanto dialéctica del sujeto.
Voy a separar mi análisis en tres partes, la razón de realizarlo así y del orden que sugiero, se basan en el intento de aproximarnos a la clínica, partiendo de las demandas a los analistas –informes, readaptación, etc.- desde el campo jurídico. Primero considero revisar algunos ítems en del concepto de pulsión, que se desprenden de las funciones del psicoanálisis en criminología siguiendo a Lacan. Segundo trabajaremos, sobre la diferencia entre el psicoanálisis y las concepciones de la criminología psicoanalítica. Y por último, vamos a pensar la experiencia de la dialéctica del sujeto.





Primera parte: La pulsión y el crimen


El apartado final del nombrado trabajo de Lacan sobre criminología comienza con una pregunta, retomo sus palabras: “Si el psicoanálisis proporciona las luces-que hemos mencionado- a la objetivación psicológica del crimen y del criminal, ¿no tiene también algo que decir a cerca de sus factores innatos?”(Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología. Siglo XXI Editores. Página138). Es una formulación problemática como pensar los factores innatos desde el psicoanálisis, pareciera mas acorde a la psiquiatría, la medicina, o algunas de formas de psicología que aluden a una unidad psíquico-somática.
Lacan rápidamente, señala y pone en cuestión una idea muy extendida pero falaz, que el crimen tiene que ver con instintos que irrumpen gobernando las acciones de un individuo casi de un modo imparable. Piensen en todas los informes que realizan, sino por momentos no son un compilado de rasgos psicopatológicos, de fallas de lo psíquico, sea de origen orgánico o por la situación social. Siguiendo el texto, aparece un argumento fuerte, que pone en jaque las conductas delictivas como instintivas, no se observan en el hombre otros instintos con conductas impulsivas, como un impulso de cocinar, excavar, plantar, etc. En la traducción de Siglo XXI Editores, hay un pasaje del instinto o conductas atávicas a la pulsión. De este modo Lacan sale del innatismo, con un término específico del psicoanálisis. Nuevamente voy a citar la letra del autor: “ Los Triebe, o pulsiones, que se aíslan en ella constituyen tan solo un sistema de equivalencias al que referimos los intercambios psíquicos, no en la medida en que se subordinan a alguna conducta ya del todo montada, natural o adquirida, sino en la medida que simbolizan, y a veces integran dialécticamente, las funciones de los órganos en que aparecen los intercambios naturales, esto es los orificios: bucal, anal, genitourinario.” Aquí hay algunos puntos que me interesa poner de relieve, primero como veníamos viendo deja de lado los instintos o impulsos que irrumpen en el criminal, comandando su conducta desde las tripas. Se refiere a como el psicoanálisis aborda eso, retoma entonces el concepto de pulsión. Y segundo nos ubica en la dimensión de dicho concepto, observen que la pulsión implica la función simbólica. Esto es, un sistema de representaciones que permita realizar intercambios y equivalencias. También pone como condición para hablar de pulsiones la experiencia dialéctica, que entiendo que no es otra que el psicoanálisis. Por último fundamentado en estas condiciones del concepto, señala que lo real del cuerpo sirve para que las funciones orgánicas elevadas a la función simbólica establezcan modos de relación con el Otro. Ya el asunto de lo innato cambió, pasamos de lo interno del individuo, a la relación entre el sujeto con el Otro.
Entonces tenemos, que Lacan retoma la función orgánica, pero para reformularla en la clínica psicoanalítica. Vayamos mas a fondo, las pulsiones implican la demanda, oral, anal, o el deseo, esópica e invocante. Vale decir estamos en el universo simbólico, por lo que es diferente pensar la pulsión en relación a la demanda y el deseo que pensarla como una exigencia orgánica, al menos se trataría de dos clínicas diferentes. Nosotros vamos a considerar la versión vinculada a la función simbólica, entonces la pulsión da cuenta de la entrada del significante en lo real del organismo, haciendo de los agujeros el lugar privilegiado para el intercambio.
De hecho la entrada a la cultura, y en consecuencia los efectos de la ley, se produce por el significante y no por un instinto. No hay cultura sin ley positiva, por lo tanto, el organismo quedará capturado, aunque no en su totalidad, por el efecto de nadificación del significante. El organismo, atravesado por la Demanda y el deseo del Otro, permitirá formas de leerlo, de descifrarlo, pero a condición del significante. Vean como nos hemos alejado de la orilla del instinto.
Vayamos a una explicación freudiana, en el niño la erogeneidad del cuerpo es causada por la madre, seguramente en tanto sujeto determinará una forma de goce. Pero ese goce surge en el vínculo con el Otro, Freud descubre que los primeros objetos son incestuosos. Veamos que lo pulsional se organiza desde el Otro, que opera como objeto de amor y como objeto erótico.
Retomemos el instinto implica un conocimiento específico de la especie, pero no da lugar a la función simbólica, se desencadena por efecto de un sistema de señales y permite la adaptación de la especie al medio. Además no admite engaño, pese a que se puedan inventar condiciones para desencadenarlo. La pulsión no podría pensarse sin la Demanda, en el Grafo del Deseo, está escrita en el piso superior señalando formas de relación entre el sujeto barrado y la Demanda. Como vemos desde Lacan no es posible hablar de pulsión como exigencia que viene desde el organismo, desde esta perspectiva la pulsión es efecto de la relación entre significantes. Volviendo al criminal, en el abordaje clínico, va a exigir pensar el orden simbólico para abordar el sujeto, en lugar de ir tras la verdad objetivable o los procesos mórbidos. La única objetividad posible es la de la cadena significante. Pasemos así a muestro segundo punto.





Segunda parte: Diferencias entre el psicoanálisis y la criminología psicoanalítica.


Volvamos al inicio del texto de Lacan, en el primer apartado, hay una problemática interesante en torno a la búsqueda de la verdad. En criminología y en el discurso jurídico, resulta importante establecer la verdad policial y la verdad en su aspecto antropológico tal como dice Lacan. En otros términos, fijar si el acusado es el autor del delito y su perfil psiquiátrico o psicológico. Ambos aspectos funcionan como una totalidad, al menos desde lo jurídico. Es decir si fulano cometió un delito y confirmarlo mediante su personalidad patológica. Observen que a continuación, dice “De que forma pueden ayudar a esta búsqueda la técnica que guía nuestro diálogo con el sujeto…..” (pag 117). Pongo de relieve la expresión “nuestro diálogo con el sujeto”, es decir no le supone nada al sujeto salvo la posibilidad de ponerlo a hablar. No es lo mismo que la antropología forense o el informe policial digan cual es la verdad, que poner a hablar al sujeto.
Cuando comienza el segundo apartado, en la página 118, la frase que abre señala “Ni el crimen ni el criminal son objetos que se puedan concebir fuera de la escala sociológica”. Aquí se unen crimen y sociedad, como elementos lógicamente necesarios. Vale decir que para abordar crimen y criminal, hay que pasar inevitablemente por la escena social que le da el marco, leer la posición del sujeto en función la batería de significantes y la jugada que permitirá descubrirlo.
Desde lo jurídico institucional, el tratamiento del delito, parece saltar esta referencia constitutiva. Ampliemos un poco las cosas, las instituciones carcelarias alojan a una cantidad de personas culpables o acusadas de delitos, sin embargo las faltas a la ley no son abordadas en referencia a la escala sociológica, retomando la expresión de Lacan. De este modo no obstante el encierro, la delincuencia pareciera no tener fin. Piensen en todas las medidas que se piensan considerando solo la responsabilidad personal, por ejemplo bajar la edad de imputabilidad. Lacan señala que la punición implica el asentimiento subjetivo, alguien acepta pagar lo que la ley fija como pena. Se tienen culpables, responsables de faltas a la ley. De algún modo esta es una lectura de los elementos en juego que desnuda la forma de relación que existe entre esos elementos. Tal como está expresado en el texto, la confesión del delito, no puede hacerle decir al sujeto aquello que no sabe. La confesión, el asumir la autoría de un delito, no es explicativa del delito. Cito nuevamente a Lacan, dice en la página 119, “…Digamos que si primitivamente se considera a la sociedad en su conjunto (en principio siempre cerrada, como lo han destacado los etnólogos) afectada debido a uno de sus miembros, de un desequilibrio que se debe restablecer, éste es tan poco responsable como individuo, que a menudo la ley exige satisfacción a sus expensas, o bien de un de los defensores, o bien de la colectividad de un “in group” que lo cubre.” Hay razones históricas y estructurales, ligadas a los efectos del significante que no pueden resultar aclaradas por la confesión, o por solamente asumir la culpa.
Observen como la cuestión no se puede resolver por la vía del individuo. Nuevamente la referencia social, como elemento clave para leer los hechos, pese a la insistencia digámoslo nuevamente, no se puede explicar el crimen por el individuo. Vean la importancia de esta maniobra, saca al crimen de las entrañas del criminal, pone a este en relación a la sociedad. A que nos referimos con sociedad, a las demandas, los ideales, el modo de abordar el deseo, el goce y la castración que circula en tiempo y un sitio específico. Tenemos al crimen y al criminal mas cerca de un modo de relación y que de un problema de tipo deficitario.
La revolución generada a partir de ubicar los efectos de la culpa, maniobra que solo el genio de Freud podía hacer, conmueve las formas de explicar y pensar el crimen. Aunque con el concepto de superyó, se volvió a lo interno del individuo.
Existen delitos que son efecto del superyó. Este nuevo modelo propone la existencia de impulsos que el sujeto no puede resistir, vinculado con determinaciones edípicas. Una de los problemas de esta explicación, es que queda confirma la noción de delincuencia latente. Se trataría de frustraciones pulsionales destinadas a repetirse y a no poder ser elaboradas. Dice claramente Lacan que una de las consecuencias teóricas es que el concepto de superyó se lo deja como una manifestación individual vinculada a las condiciones sociales del edipismo. Vean que nuevamente critica el tratamiento del crimen como algo individual. Recuerden el planteo sobre la pulsión como efecto de la Demanda.
Finalizando el apartado 3 del texto pagina 128, dice: “ Por tanto, ninguna forma del superyó es inferible del individuo a una sociedad dada.”
Notemos que desde diferentes perspectivas, Lacan saca los fundamentos del crimen del individuo, y señala el papel fundamental de la estructura del lenguaje para entender el inconciente. Se separa de las diversas conceptualizaciones que intentan cercar las faltas a la Ley como un problema del individuo. En sentido se aleja de la psiquiatría y de los usos del psicoanálisis que se centran en el déficit, como por ejemplo la imposibilidad de elaboración pulsional.




Tercera parte: la experiencia dialéctica


Volvamos nuevamente sobre “funciones del psicoanálisis en criminología” esta vez en al apartado cuatro página 129, cito: “La responsabilidad, es decir el castigo, es una característica esencial de la idea de hombre que prevalece en una sociedad dada.
Una civilización cuyos ideales, sean cada vez más utilitarios, comprometida como está en el movimiento acelerado de la producción, ya no puede conocer nada de la significación expiatoria del castigo. Si retiene, su alcance ejemplar, es porque tiende a absorberlo en su fin correccional.” Para comenzar tenemos un cambio en el tratamiento de la responsabilidad, guiado por un fin correccional, al parecer es un problema claro de nuestra sociedad. En este sentido responsabilidad y castigo implican una rectificación comandada desde la idea o el ideal de “lo correccional”. Si nos adherimos a esto, volvemos al individuo fallado, que hay que rectificar y paralelamente eximimos de cuestionar los ideales que como dijimos impulsan esta vía. Lacan hace referencia a los ideales de esta sociedad vinculados con “el movimiento acelerado de la producción”, para releer la responsabilidad del individuo. Según comprendo está articulando dos términos para delimitar responsabilidad y castigo, uno de ellos el individuo y lo otro la referencia sociológica, el fin correccional se explica por los ideales y no por un déficit. Si continuamos con el texto, el problema se amplia, otra vez relaciona dos términos “la mala conciencia de los explotadores”, y “la sublevación de los explotados”, lo que surge de allí es que no hay por parte de quienes hacen la ley seguridad de sus fundamentos y por lo tanto acarrea malestar social. La forma de resolver esto es la posición científica del problema EL ANALISIS PSIQUIATRICO DEL CRIMINAL. Entonces así se podría anticipar y proteger a la sociedad del criminal, tanto de lo que ha hecho como de lo que potencialmente podría hacer. El crimen ahora vale mas por lo que dice el científico que por el acto, situación que elimina al sujeto. De aquí el valor jurídico de la confesión como probatoria, en una forma mas conocida la “conciencia de enfermedad”. Esto implica que la situación de acusado, el asentimiento subjetivo y la palabra del especialista que arrojen como saldo la IRRESPONSABILIDAD. Este aspecto es clave, porque deja caer porque razones subjetivas del delito para señalar quien lo cometió. La pregunta por las razones del sujeto constituye la tarea del analista, Lacan dice “…en la medida en que él posee una experiencia dialéctica del sujeto” pagina131. Nuevamente para captar al sujeto se necesita una dialéctica, un diálogo entre paciente y analista para que el sujeto advenga. El estadio del espejo pone de relieve la dialéctica en la alienación, el punto de partida es el poder formativo de la identificación. Sin la marcha del análisis no hay modo de acceder a la verdad y a la jugada del sujeto, no existe verdad sin sujeto.

Alejandro Ercoli